Spanish Revolution
La intencionalidad de este blog es la de ser el altavoz de cualquier ciudadano indignado,sin diferencia de ideología política, creencia, procedencia o edad.
domingo, 26 de junio de 2011
Hora de despertar
Por un azar de la vida me encontré en la Expo de Sevilla en 1992 la noche de su clausura: en una terraza de no sé qué pabellón, entre una multitud de políticos y prebostes de diversa índole que comían gratis jamón de pata negra mientras estallaban en el horizonte los fuegos artificiales de la clausura. Era un símbolo tan demasiado evidente que ni siquiera servía para hacer literatura. Era la época de los grandes acontecimientos y no de los pequeños logros diarios, del despliegue obsceno de lujo y no de administración austera y rigurosa, de entusiasmo obligatorio. Llevar la contraria te convertía en algo peor que un reaccionario: en un malasombra. En esos años yo escribía una columna semanal en El País de Andalucía, cuando lo dirigía mi querida Soledad Gallego, a quien tuve la alegría grande de encontrar en Buenos Aires la semana pasada. Escribía denunciando el folklorismo obligatorio, el narcisismo de la identidad, el abandono de la enseñanza pública, el disparate de un televisión pagada con el dinero de todos en la que aparecían con frecuencia adivinos y brujas, la manía de los grandes gestos, las inauguraciones, las conmemoraciones, el despilfarro en lo superfluo y la mezquindad en lo necesario. Recuerdo un artículo en el que ironizaba sobre un curso de espíritu rociero para maestros que organizó ese año la Junta de Andalucía: hubo quien escribió al periódico llamándome traidor a mi tierra; hubo una carta colectiva de no sé cuantos ofendidos por mi artículo, entre ellos, por cierto, un obispo. Recuerdo un concejal que me acusaba de “criminalizar a los jóvenes” por sugerir que tal vez el fomento del alcoholismo colectivo no debiera estar entre las prioridades de una institución pública, después de una fiesta de la Cruz en Granada que duró más de una semana y que dejó media ciudad anegada en basuras.
El orgullo vacuo del ser ha dejado en segundo plano la dificultad y la satisfacción del hacer. Es algo que viene de antiguo, concretamente de la época de la Contrarreforma, cuando lo importante en la España inquisitorial consistía en mostrar que se era algo, a machamartillo, sin mezcla, sin sombra de duda; mostrar, sobre todo, que no se era: que no se era judío, o morisco, o hereje. Que esa obcecación en la pureza de sangre convertida en identidad colectiva haya sido la base de una gran parte de los discursos políticos ha sido para mí una de las grandes sorpresas de la democracia en España. Ser andaluz, ser vasco, ser canario, ser de donde sea, ser lo que sea, de nacimiento, para siempre, sin fisuras: ser de izquierdas, ser de derechas, ser católico, ser del Madrid, ser gay, ser de la cofradía de la Macarena, ser machote, ser joven. La omnipresencia del ser cortocircuita de antemano cualquier debate: me critican no porque soy corrupto, sino porque soy valenciano; si dices algo en contra de mí no es porque tengas argumentos, sino porque eres de izquierdas, o porque eres de derechas, o porque eres de fuera; quien denuncia el maltrato de un animal en una fiesta bárbara está ofendiendo a los extremeños, o a los de Zamora,o de donde sea; si te parece mal que el gobierno de Galicia gaste no sé cuántos miles de millones de euros en un edificio faraónico es que eres un rojo; si te escandalizas de que España gaste más de 20 millones de euros en la célebre cúpula de Barceló en Ginebra es que eres de derechas, o que estás en contra del arte moderno; si te alarman los informes reiterados sobre el fracaso escolar en España es que tiene nostalgia de la educación franquista.
He visto a alcaldes y a autoridades autonómicas españolas de todos los colores tirar cantidades inmensas de dinero público viniendo a Nueva York en presuntos viajes promocionales que solo tienen eco en los informativos de sus comarcas, municipios o comunidades respectivas, ya que en el séquito suelen o solían venir periodistas, jefes de prensa, hasta sindicalistas. Los he visto alquilar uno de los salones más caros del Waldorf Astoria para “presentar” un premio de poesía. Presentar no se sabe a quién, porque entre el público solo estaban ellos, sus familiares más próximos y unos cuantos españoles de los que viven aquí. Cuando era director del Cervantes el jefe de protocolo de un jerarca autonómico me llamó para exigirme que saliera a recibir a su señoría a la puerta del edificio cuando él llegara en el coche oficial. Preferí esperarlo en el patio, que se estaba más fresco. Entró rodeado por un séquito que atascaba los pasillos del centro y cuando yo empezaba a explicarle algo tuvo a bien ponerse a hablar por el móvil y dejarnos a todos, al séquito y a mí, esperando durante varios minutos. “Era Plácido”, dijo, “que viene a sumarse a nuestro proyecto”. El proyecto en cuestión calculo que tardará un siglo en terminar de pagarse.
Lo que yo me preguntaba, y lo que preguntaba cada vez que veía a un economista, era cómo un país de mediana importancia podía permitirse tantos lujos. Y me preguntaba y me pregunto por qué la ciudadanía ha aceptado con tanta indiferencia tantos abusos, durante tanto tiempo. Por eso creo que el despertar forzoso al que parece que al fin estamos llegando ha de tener una parte de rebeldía práctica y otra de autocrítica. Rebeldía práctica para ponernos de acuerdo en hacer juntos un cierto número de cosas y no solo para enfatizar lo que ya somos, o lo que nos han dicho o imaginamos que somos: que haya listas abiertas y limitación de mandatos, que la administración sea austera, profesional y transparente, que se prescinda de lo superfluo para salvar lo imprescindible en los tiempos que vienen, que se debata con claridad el modelo educativo y el modelo productivo que nuestro país necesita para ser viable y para ser justo, que las mejoras graduales y en profundidad surgidas del consenso democrático estén siempre por encima de los gestos enfáticos, de los centenarios y los monumentos firmados por vedettes internacionales de la arquitectura.
Y autocrítica, insisto, para no ceder más al halago, para reflexionar sobre lo que cada uno puede hacer en su propio ámbito y quizás no hace con el empeño con que debiera: el profesor enseñar, el estudiante estudiar haciéndose responsable del privilegio que es la educación pública, el tan solo un poco enfermo no presentarse en urgencias, el periodista comprobando un dato o un nombre por segunda vez antes de escribirlos, el padre o la madre responsabilizándose de los buenos modales de su hijo, cada uno a lo suyo, en lo suyo, por fin ciudadanos y adultos, no adolescentes perpetuos, entre el letargo y la queja, miembros de una comunidad política sólida y abierta y no de una tribu ancestral: ciudadanos justos y benéficos, como decía tan cándidamente, tan conmovedoramente, la Constitución de 1812, trabajadores de todas clases, como decía la de 1931.
Lo más raro es que el espejismo haya durado tanto.
Antonio Muñoz Molina
Un futuro muy posible
miércoles, 25 de mayo de 2011
Acampadas
lunes, 23 de mayo de 2011
Una de datos
sábado, 21 de mayo de 2011
Tengo un sueño
jueves, 19 de mayo de 2011
Yes We Camp!
Mis sensaciones en la acampada de Sevilla
Eran las 23:00 y llegamos para ver el ambiente y ayudar a los acampados, íbamos a echar un par de horas pero…
Y con esa intención los creadores de este blog llegamos a la acampada en Sevilla, en la plaza de la Encarnación, increíble espacio que es símbolo de la ostentosidad y la desvergüenza política de la ciudad.
La primera impresión, muy buen ambiente, asambleas organizativas y gente muy trabajadora, se comenzó a montar el campamento y nos pusimos manos a la obra. Cartones para dormir recolectados por la comisión de logística, zona de comida donada por los vecinos y bares de la zona, una comisión de limpieza que mantenía la plaza más limpia que un día normal y unas chicas retransmitiendo el streaming a las cuales me ofrecí para difundir el enlace. Una comisión de seguridad dictó unas directrices para el trato que se había de tomar con la policía, los cuales pasaron por la plaza como es su obligación pero en ningún momento mostraron la más mínima intención de ser ellos los que creasen problemas.
Como en todas las acampadas, cada cual acaba allá donde mejor se desenvuelve y como no puede ser de otro modo, acabé con la comisión de comunicación exterior. Tras una charla con ellos se crea una junta de comisiones. Como acabé en la junta de comisiones es un misterio de la noche.
Rondaban las 2:30 y la junta debatió durante hora y media aproximadamente, cada comisión requería algo de las otras y se tomaron decisiones de tipo interno.
Tras ello, vuelta a la comisión y comenzamos a decidir las estrategias que debía tomar la comisión para comunicarse con el exterior y difundir todo lo que ocurriese con la acampada, se crea el blog http://acampasevilla.blogspot.com/ y se definen las subcomisiones necesarias.
Eran las 6 de la mañana y debatíamos la situación española y mundial, nuestra indignación y nuestra forma de ver el movimiento. Ya ni sorprende ver los paralelismos entre personas que no se conocen de nada y que lo mismo son de izquierdas que de derechas.
Amanece en Sevilla, la gente se despierta, los vecinos traen café, nos apoyan, nos dan ánimos. Los albañiles pasan y ya conocen nuestros motivos. En ese momento aparece RNE para entrevistarnos y contestamos sus preguntas… aún no he oído nada.
Llega la hora de marcharse, pasan las 8 de la mañana y yo solo iba a estar un par de horas, pero el encanto de ayudar a los demás, la acogida, la unión, el ambiente de trabajo completamente horizontal, las ganas de hacer una España mejor y la esperanza son sentimientos que en las acampadas llegan a unos niveles totalmente impresionantes.
Gracias #AcampadaSevilla, seguid luchando cada día.